ya cuando cruzas la meta y te llenas de emoción, llega la sensación de que todo fue un pastelito. Pero la neta me dio miedo no llegar cuando empezó el dolor en la rodilla.
Chucho está cabrón, con todo y jetlag y sin entrenar nada, llegó antes que yo. Corrimos juntos, a buen ritmo hasta el km 7.5, después la rodilla comenzó a joder. un pinche dolor como si te clavaran una aguja de tejer justo atravesando la rótula. Lo bueno, es que si bajaba la velocidad intentando caminar, me dolía peor. Así que totalmente estóica y practicando el control mental, estuve trotando hasta el 9k, después la emoción y la necedad te obligan a llegar a la meta. Y los últimos 500 m hasta corrí.
Es increíble que cuando cruzas la meta, las piernas no te paran. Me encontré a Chucho y caminamos un rato hasta que todo comienza a normalizarse. Luego me estiré, me estiré y me estiré. De repente, te sientes feliz. (La felicidad termina hasta que llegan el dolor muscular, o agujetas, que aún resiento).
Fuimos a desayunar al Camino Real y por todos lados veías las camisetitas amarillas.
Desayunamos y justo como decía mi camiseta, "Cruzando la meta, me voy a ver a los Pumas"
¿Y qué mejor final feliz que un 5-0?... Y Chucho es Tigre.
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